viernes, 2 de marzo de 2012

EL TRABAJO Y EL HOMBRE


Éxodo 20:23.No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.
En Génesis 3:19 Dios declara: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan”, es decir, «trabajarás para vivir». Esto es lo que hacen todos los humanos, o casi todos. Pero, ¿lo hacen para obedecer a Dios? En realidad no nos queda otra alternativa, pues si no cultivamos la tierra, no hay frutos; si no criamos el ganado, no tendremos carne, etc. Sólo con el paso de los siglos el trueque fue sustituido por el dinero, que ahora se ha vuelto indispensable. Pero cuanto más se tiene, más se quiere, y todo gira en torno al dinero. Tomando como referencia el becerro de oro de la Biblia (Éxodo 32), casi podríamos decir que en nuestra época adoramos al «becerro de oro o del dinero».
Mateo 6:24. Ninguno puede servir a dos señores… No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Dinero y trabajo son prácticamente sinónimos, porque sin trabajo no hay dinero, hasta tal punto que quienes están desempleados a veces tienen la impresión de no ser nadie. Al perder su trabajo uno pierde su identidad. Cuando decimos: «¿Quién es tal persona?», la respuesta es: «Es un vendedor, un ejecutivo, un obrero, etc.». ¿Acaso Dios quiere que un ser humano se reduzca a una profesión terrenal? Dios nos ama a cada uno por igual, simplemente porque él mismo es amor. Reconoce el valor intrínseco de todo hombre porque fue creado a semejanza de Dios. El trabajo es indispensable; Dios nos lo impuso para nuestro equilibrio mental. Pero tengamos cuidado y dejémoslo en el lugar que le pertenece. ¡Que no nos quite el tiempo de nuestra relación con Dios! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario